La meditación es un proceso a través del cual puedes resolver los conflictos e infortunios, en vez de actuarlos en la vida real. La tarea que debes realizar es desarrollar tu intuición, esa capacidad de percibir las consecuencias de tus acciones y palabras. Para ello, deberán “abrirse” dos partes muy específicas de tu cuerpo: el lóbulo frontal del cerebro (que controla la personalidad) y el paladar superior (relacionado con el hipotálamo, que controla tus emociones, tu “automático”).
La concentración en el entrecejo o en la punta de la nariz “abre” la primera.
Cantar mantras “abre” la segunda. Tendrás, entonces, intuición para ver lo invisible, conocer lo desconocido y escuchar lo inaudible. Tu vida ya no será la misma, ya que tú serás tú mismo y sabrás, también, como ser tú en relación con el Universo.
Cuando te sientas a meditar y entras en el espacio de instrospección (Pratyahara) notarás que hay en ti muchos pensamientos formando una corriente. Según la ciencia yóguica, la mente libera 1000 pensamientos por segundo. Entonce eliges (según sea la meditación) un ritmo respiratorio o un mantra o ambos en una postura estable (mudra) con una concentración mental. Todos estos elementos de la meditación son llamados objetos de concentración o Dharanas. El espacio de conciencia que se crea con dichas acciones se llama meditación o Dyan.
El resultado de la meditación es un estado de absorción en el Ser Superior llamado Samadhi.
Si se tiene la paciencia de que la mente divague mientras se mantiene firme, experimentará algo, diferente en cada quien pero de una u otra manera es un nuevo despertar del ser. Con esta nueva conciencia llega un cambio interno, luego un cambio externo. Con la mente meditativa, el ser se vuelve dueño y no víctima de su mente.
Una vez que la mente se acostumbra a este proceso, la meditación se vuelve muy acogedora, muy emotiva y conforme se vaya desarrollando esa intimidad, las barreras de los pensamientos negativos se diluirá cada vez más y podremos permanecer en la conciencia elevada (Samadhi) durante gran parte de la vida diaria. Pensaá mejor, trabajaá mejor, amará mejor y vivirá mejor.
El primer paso para invocar el “Flujo del Eterno Poder” es cantar Ong Namo Guru Dev Namo. Este mantra invoca al Creador, al Divino Maestro dentro de cada ser humano. Establece una fuerte y clara conexión, de tal manera que puedas recibir la guía, energía e inspiración más elevada. Canta siempre este saludo 3 veces, antes de comenzar una práctica de meditación.
El tiempo de este procesamiento es muy importante.
En 3 minutos, la circulación y estabilidad sanguínea se ven afectadas.
En 11 minutos hay un impacto glandular (a través de la pituitaria) y del sistema nervioso.
En 22 minutos las tres mentes (negativa, positiva y neutral) se equilibran y trabajan integradas.
En 31 minutos la meditación afecta tu mente, tu aura y los elementos internos de tu cuerpo (“tattwas”- tierra, agua, fuego, aire y éter).
A los 62 minutos afecta a la mente “obscura” subconsciente y su proyección positiva (exterior) se equilibra. A los 150 minutos la mente subconsciente guarda el cambio por todo el día.
En 11 minutos hay un impacto glandular (a través de la pituitaria) y del sistema nervioso.
En 22 minutos las tres mentes (negativa, positiva y neutral) se equilibran y trabajan integradas.
En 31 minutos la meditación afecta tu mente, tu aura y los elementos internos de tu cuerpo (“tattwas”- tierra, agua, fuego, aire y éter).
A los 62 minutos afecta a la mente “obscura” subconsciente y su proyección positiva (exterior) se equilibra. A los 150 minutos la mente subconsciente guarda el cambio por todo el día.
Ciclos de tiempo específicos ayudan a cambiar viejos hábitos y desarrollar nuevas virtudes o hábitos positivos deseados.
En 40 días deja de dominar el hábito negativo.
En 90 días este cambio se confirma, pues se fija el hábito positivo.
En 120 días el nuevo hábito realmente se integra en todo tu ser y en 1000 días obtienes maestría del nuevo hábito. Por ello el compromiso de una práctica diaria es fundamental para cualquier práctica de meditación.
Los mantras son herramientas para equilibrar la mente. Como provienen de un idioma sagrado, la vibración de sus sonidos reproduce en tu conciencia su significado y su poder. Así, su rítmica repetición crea patrones positivos de pensamiento que sanan tu cuerpo, aclaran tu mente y elevan tu espíritu. Los mantras son un camino de unión vibratorio entre nosotros y El Creador y van acompañados de una música bella que representa el lenguaje del corazón y la armonía del universo.
El mantra es un pensamiento con poder vibratorio que se elige de forma consciente para que los otros pensamientos sean observados por tu “Ser Testigo”, aquel observador neutral que te permite no identificarte con tus pensamientos ni perder la energía emocional que ellos suscitarían. Así, procesas y purificas tu mente, de modo que puedes permanecer en la Conciencia Superior y ella se vuelve un cristalino instrumento que te ayuda a lidiar con tu realidad exterior, sin manipularte con sus miedos y tendencias egocéntricas. La persona se renueva totalmente.
Un mantra es una “proyección mental”, una tecnología sagrada que regula la mente.
Todo es energía y todo vibra. La materia vibra a una frecuencia menor, el pensamiento y el sentimiento vibran a una frecuencia que no podemos ver. Cada uno, a su frecuencia menor o mayor. Al usar los mantras, dirigimos nuestra mente hacia una vibración superior. Sentir que la energía vibra a una frecuencia mayor, nos acerca más a la fusión con aquella máxima vibración a la que llamamos Dios.
El Mantra Yoga te permite, a través del poder rítmico y vibratorio del sonido sagrado, la unión entre la conciencia individual del ser humano y su Universo, la Totalidad.
Además del trabajo sobre la mente, cantar un mantra abre el corazón y permite que la respiración se vuelva consciente y cíclica. Esto hace circular el prana (energía vital) en el cuerpo energético, liberando cristalizaciones emocionales y físicas.
Apuntes Instructorado de Yoga.
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