lunes, junio 8

La cosa Berlusconi - Jose Saramago


Este artículo, con este mismo título, fue publicado ayer en el periódico español “El País”, que expresamente me lo había solicitado. Considerando que en este blog he hecho algunos comentarios acerca de las hazañas del primer ministro italiano, extraño sería no recoger aquí este texto. Otros habrá en el futuro, seguramente, dado que Berlusconi no renunciará a lo que es y a lo que hace. Yo tampoco.

La cosa Berlusconi

No veo qué otro nombre le podría dar. Una cosa peligrosamente parecida a un ser humano, una cosa que da fiestas, organiza orgías y manda en un país llamado Italia. Esta cosa, esta enfermedad, este virus amenaza con ser la causa de la muerte moral del país de Verdi si un vómito profundo no consigue arrancarlo de la conciencia de los italianos antes de que el veneno acabe corroyéndole las venas y destrozando el corazón de una de las más ricas culturas europeas. Los valores básicos de la convivencia humana son pisoteados todos los días por las patas viscosas de la cosa Berlusconi que, entre sus múltiples talentos, tiene una habilidad funambulesca para abusar de las palabras, pervirtiéndoles la intención y el sentido, como en el caso del Pueblo de la Libertad, que así se llama el partido con que asaltó el poder. Le llamé delincuente a esta cosa y no me arrepiento. Por razones de naturaleza semántica y social que otros podrán explicar mejor que yo, el término delincuente tiene en Italia una carga negativa mucho más fuerte que en cualquier otro idioma hablado en Europa. Para traducir de forma clara y contundente lo que pienso de la cosa Berlusconi utilizo el término en la acepción que la lengua de Dante le viene dando habitualmente, aunque sea más que dudoso que Dante lo haya usado alguna vez. Delincuencia, en mi portugués, significa, de acuerdo con los diccionarios y la práctica corriente de la comunicación, “acto de cometer delitos, desobedecer leyes o patrones morales”. La definición asienta en la cosa Berlusconi sin una arruga, sin una tirantez, hasta el punto de parecerse más a una segunda piel que la ropa que se pone encima. Desde hace años la cosa Berlusconi viene cometiendo delitos de variable aunque siempre demostrada gravedad. Para colmo, no es que desobedezca leyes, sino, peor todavía, las manda fabricar para salvaguarda de sus intereses públicos y privados, de político, empresario y acompañante de menores, y en cuanto a los patrones morales, ni merece la pena hablar, no hay quien no sepa en Italia y en el mundo que la cosa Berlusconi hace mucho tiempo que cayó en la más completa abyección. Éste es el primer ministro italiano, ésta es la cosa que el pueblo italiano dos veces ha elegido para que le sirva de modelo, éste es el camino de la ruina al que, por arrastramiento, están siendo llevados los valores de libertad y dignidad que impregnaron la música de Verdi y la acción política de Garibaldi, esos que hicieron de la Italia del siglo XIX, durante la lucha por la unificación, una guía espiritual de Europa y de los europeos. Es esto lo que la cosa Berlusconi quiere lanzar al cubo de la basura de la Historia. ¿Lo acabarán permitiendo los italianos?
Para seguir leyendo las palabras de José Saramago

1 comentario:

  1. Y no le fue nada bien a la cosa Berlusconi. Sintió el peso de sus escándalos en el conteo de votos y aún así... ganó.

    Supongo que todo pueblo se merece el gobierno que tiene, cuando uno no vota a conciencia. Cuando uno no hace uso de derecho. Cuando uno se queda sin reaccionar.

    En mi país, tantos fueron los años de dictadura, que la caida de la misma, no fue porque hubiera un movimiento cultural que haya llevado a sacar a Stroessner del poder. Sino que fue su propio consuegro que lo defenestró por cuestiones de intereses personales y económicos.

    Tardamos mucho tiempo para que un gobierno no oficial llegara a la silla de los López, no hay lideres. Donde mires no los encontrás. Y ahora, los que hemos votado a conciencia debemos de ejercer con conciencia nuestro voto para que el mismo sea útil no para un grupo X sino para todo el pueblo.

    No sirven los plagueos, sirven las acciones.

    Espero, deseo para Italia que la gente despierte y no se quede impávida. Italia es el centro del arte... el hombre en su origen es una obra de arte, no pueden dejar que nos convirtamos en meros espectadores de una obra de marionetas.
    No hay moral para que así sea.

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