19 de julio

Hoy hace tanto frio, que se me congelan las ideas… y eso ya es mucho!

Hoy como todos los cumples de mi abue, hace un frio de novela. Hubo un tiempo que yo deseaba que su cumple fuera en el verano como el mio. Ella se reía de mi ocurrencia y me decía que los pastelitos de dulce de guayaba eran más ricos en su cumple que en el verano y sí que tenía razón! Con eso me convencía fácil y con los pastelitos que preparaba para la merienda.

Mi abuela materna, fue en pocas palabras mi mamá. No que no tenga una. Sólo que ella, mi abue, se hizo cargo de mi. Me enseñó un montón de cosas. Crecí creyendo que en su jardín habian hadas a quienes les encantaba las plantas que ella cultivaba. Aprendí de las plantas medicinales y sus usos. De poemas y poetas. De la luna y sus ciclos. De los masajes con aceite a los bebes. De la devoción… Y de cómo pedirle permiso para salir con mis amigos, sin que me tenga que decir: hablá con tu papás.

Romantica y coqueta como ella sola!

Ocurrente y buena gente!

No había un día que no rezara por toda la flia: “… Trabajo para Juancito, salud para Mimí. Amén.” Y es que en cierta manera tenía razón pues, pedía bien, si ella no tenía salud como seguiría pidiendo porque mi abue tuviera trabajo?

Tuvo tres hijos: mi mamá y mis tios. Estos fueron a estudiar medicina a Uruguay y jamás regresaron. Así que ella iba todos los veranos junto a ellos. Y cuando ellos venian de visita, no habia una mujer más bella que ella. Siempre se fijaba si el picaflor venía a su planta preferida, si era así repetia: Carta, carta… y a los pocos dias había carta para ella de sus hijos, y algo más para otros padres. Entonces, ella y yo nos convertiamos en carteros, ibamos hasta las casas para que tengan algo de noticia de los universitarios. En ese tiempo, ella vivia con zozobra por el caso de los tupamaros y sus hijos tan lejos. Y antes de eso, el exilio de mi abuelo y el volver a vivir con sus padres, sufriendo con ellos el atropello de los colorados…

Mi abuela tenía la figura frágil y la sonrisa que iluminaba todo. Con eso y sus tizanas me curaba rapidisimo si estaba enferma.

Se empeñaba tanto con mi cabello, que de tanto cepillarlo me sacó los rulos!!! Para mi era una delicia sentarme entre sus piernas y ella peinandome una y otra vez. Lo hacía con tanto cuidado que era una caricia para mis porras. Y las dos… felices.

Ella sigue en mi, en las cosas que repito en la cocina, en el jardin, en los abrazos a los amigos y a la familia… Hoy apenas pueda salir de la cama, celebraré su cumple con chocolate y pastelitos de guayaba mmmmmm… Por supuesto, dejaré unos cuantos en la mesa para ella y sus hadas.