viernes, abril 2

Viernes Santo en Tañarandy

Tañarandy significa ‘tierra de los irreductibles’ y es el nombre que se le ha dado a una compañía de la ciudad de San Ignacio, Misiones. En la época colonial, los habitantes de ese lugar no permitieron que su comunidad fuera reducida. Se resistieron y mantuvieron muchas cosas de su memoria colectiva.
Los jesuitas intentaron darle otro significado al vocablo y hablaron de “herejes”, de “malvados”. Indudablemente, el intento no prosperó. Es un caso parecido al del vocablo karai, que para los guaraníes significaba ‘destructor, malvado’. Sin embargo, los jesuitas le dieron el significado de ‘hombre blanco, no indígena’ y llamaban ava a los indígenas. Y llegó hasta nuestros días la utilización de la palabra karai como antónimo de ava. Por eso, a la lengua castellana se le llama karaiñe’e˜ y al guaraní avañe’e˜. En rigor de verdad, karaiñe’e˜” significa ‘idioma del malvado, destructor’, y avañe’e˜ significa ‘idioma del hombre”.




La luminaria es uno de los hermosos esfuerzos colectivos que se lleva a cabo ya en forma tradicional todos los años, desde 1992 aproximadamente, pero en realidad todo se debe a Koki Ruiz; él es el que asume y se encarga de los gastos que implica construir unos 30.000 candiles, para los cuales se cortan por la mitad unas 15.000 frutas de apepú. Al apepú ya seccionado, se le saca la pulpa y la cáscara es la que se usa como recipiente; se le carga el combustible, que es grasa de vaca, más un pedazo de cordón de algodón (piolín), cortado en una extensión de 7 a 8 cm de largo y un pequeño bodoque de ñai’u˜ para sostener el pedazo de piolín y ya está el candil. Los candiles se colocan en ambos costados de la ruta de entrada principal a Tañarandy, a una distancia de 2 metros unos de otros. Yendo de San Ignacio, la iluminación empieza desde la Barraca hasta el local del colegio de Tañarandy, que son unos 1.500 metros más o menos de extensión. Esta extensión varía de un año a otro. En cualquiera de los casos, esta variación no es tan importante como lo que representa esta tradición en la que se demuestra que los habitantes primigenios de este lugar no eran herejes, sino más bien personas que defendían su identidad; con esta tradición ellos reafirman esa identidad cultural, y recrean tal vez con las llamas de la luminaria la luz que representa saber quiénes son y por qué están ahí.







Al final de la procesión, en el Anfiteatro al aire Libre de la Fundación La Barraca, el gran artista plástico Koki Ruiz, impulsor de la intervención artística y el rescate de las tradiciones culturales de la comunidad desde hace 18 años, al frente de un elenco de músicos, bailarines, actores y creadores campesinos, sorprenderá de nuevo con un show impagable de lo que el denomina “El Barroco Efimero”: música, teatro, danza, religión, efectos especiales. Cuadros pictóricos clásicos del Arte Universal y el Arte Jesuítico de las Reducciones, recreados en vivos por pobladores locales.





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Luminarias
Procesión

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